Jonathan L. Shaheen

Part of nature and division
in Margaret Cavendish’s materialism (2017)

Margaret Cavendish, Duchess of Newcastle, by Peter Lely
Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle

Hace unas semanas tuve el agrado de participar de una videoconferencia del Trinity College Dublin sobre la filosofía de Margaret Cavendish. Entre otros oradores de primer nivel, quienes brindaron charlas sumamente iluminadoras, se encontraba el profesor Jonathan Shaheen. Allí pude conocer algo de su excelente trabajo e investigación sobre Margaret Cavendish, y eso me motivó a leer algunos de sus escritos, que se encuentran en su página personal (jonshaheen.com). Este artículo me parece ideal para demostrar la particularidad y el genio de esta filósofa, a la vez que sirve como una excelente introducción a su sistema de pensamiento. Le agradezco al profesor Shaheen por permitirme traducirlo y aprovecho también para agradecerle por su presentación en aquella videoconferencia.

Parte de la naturaleza y división
en el materialismo de Margaret Cavendish

Resumen Este trabajo indaga en la cuestión de las relaciones espaciales entre los tres tipos de materia que se postulan en la metafísica de Margaret Cavendish. Evalúa la doctrina de la integración total y un argumento característico contra el atomismo, a la vez que busca los fundamentos por los que Cavendish puede rechazar la existencia de regiones espaciales compuestas solo por uno o dos tipos de materia. A través de ese estudio, determina que Cavendish apela a una concepción causal de las partes de la naturaleza y una noción dinámica de la división. Si bien se halla que la posibilidad de que existan regiones espaciales no integradas es consistente tanto con la doctrina de la integración total como con el antiatomismo de Cavendish, por fin se desestima al considerar su teoría del lugar. De hecho, la pregunta geométrica de las relaciones espaciales entre los tipos de materia, que representa el foco del trabajo, termina por considerarse un planteo indebidamente matemático desde la perspectiva metafísica de Cavendish.

 

Palabras clave Margaret Cavendish • Metafísica moderna temprana • Antiatomismo • Divisibilidad • Antimatematicismo del siglo XVII • Filósofas modernas tempranas • Nuevos relatos en la historia de la filosofía • Individuación de los cuerpos

El materialismo de Margaret Cavendish presenta una serie de desafíos interpretativos para los historiadores de la filosofía que buscan comprender su metafísica. La pregunta interpretativa urgente que deseo explorar aquí se relaciona con cómo entender un principio básico del materialismo de Cavendish, que suele denominarse su doctrina de la integración total, siguiendo a O’Neill (2001). Como explico en la sección 1, Cavendish afirma que la naturaleza se compone de tres tipos de materia diferentes: la materia animada racional, la materia animada sensible y la materia inanimada. Se considera que la “conmixtión” de estos tipos es tan completa que “no es posible concebir o imaginar ninguna partícula en la naturaleza” que no contenga los tres (OEP, p. 158)1. Esta es la doctrina de la integración total: la afirmación de que (hasta) las partes o partículas de la naturaleza (concebibles o imaginables) más pequeñas se componen de los tres tipos de materia.

Según la influyente explicación de esta doctrina que ofreció O’Neill (2001), se interpreta que debemos desestimar la existencia de regiones espaciales no integradas, es decir, regiones espaciales que contengan o se compongan de solo uno o dos tipos de materia. Pero la interpretación de O’Neill presupone que la noción de una partícula en la naturaleza sea geométrica, en el sentido de que la materia contenida en una región espacial arbitraria siempre constituye una partícula (concebible o imaginable) en la naturaleza. Según mi opinión, Cavendish tiene una teoría no geométrica de las partículas en la naturaleza, o como he de llamarlas regularmente, “partes de la naturaleza”, que hace a la doctrina de la integración total (considerada en relativo aislamiento) ser consistente con la existencia de regiones espaciales no integradas. En la sección 2, describiré esa teoría no geométrica, según la que las partes de la naturaleza son efectos de los movimientos.

Jonathan L. Shaheen
Jonathan L. Shaheen

Pero también se ha considerado que Cavendish adopta un argumento popular contra el atomismo, en virtud del que la doctrina de la integración total aún podría resultar ser inconsistente con la existencia de regiones espaciales no integradas2. Según ese argumento popular, todo aquello que es extenso tiene partes, y por ende es al menos conceptualmente divisible en aquellas partes. Si la oposición de Cavendish al atomismo en verdad puede deducirse de semejante argumento, entonces sería esperable que ella adhiriera a afirmar que cualquier región espacial no integrada podría dividirse, al menos conceptualmente, en una parte de la naturaleza no integrada. La posibilidad conceptual de tal división podría combinarse entonces con la doctrina de la integración total para desestimar la existencia de regiones espaciales no integradas3. En la sección 3 demostraré que Cavendish no concibe la divisibilidad a la manera puramente geométrica que implica este razonamiento. Lo mismo ocurre con lo que ella denomina “divisibilidad infinita”: tal como demostraré, esta idea está muy alejada de lo que significa esa frase cuando se la utiliza como parte del argumento popular contra el atomismo.

En lugar de una noción geométrica de la división, Cavendish tiene una noción dinámica de la división, como un tipo de movimiento que además conlleva la composición: las divisiones son redistribuciones de las partes de materia. Para Cavendish, entonces, la divisibilidad infinita se trata de ser lo suficientemente grande como para permitir una cantidad infinita de dichos movimientos. Repitiendo esta afirmación quizás sorprendente, la divisibilidad infinita para Cavendish requiere ser infinitamente grande, más que la posibilidad de dividir infinitamente un cuerpo finito en partes cada vez más pequeñas. En apoyo de esta interpretación de las nociones de división y divisibilidad en Cavendish, en la sección 3 demostraré que su propio argumento contra el atomismo es en verdad un argumento a favor del plenismo y contra la existencia de los vacíos. De vuelta a la cuestión de las regiones espaciales no integradas, remarco que la teoría general del movimiento de Cavendish delimita qué redistribuciones de las partes materiales (es decir, qué divisiones) son posibles, de manera que ningún aspecto de su antiatomismo sugiere o exige la posibilidad de divisiones que convertirían a la materia contenida dentro de una región espacial no integrada en una parte de la naturaleza no integrada. Así, incluso sus adhesiones al antiatomismo y a la divisibilidad infinita parecen ser consistentes con la existencia de regiones espaciales no integradas.

Si bien las secciones 2 y 3 se dedican en gran parte a demostrar que la doctrina de la integración total y el antiatomismo de Cavendish no tienen que interpretarse necesariamente de manera que se desestime la existencia de regiones espaciales no integradas, en la sección 4 I se prueba que, de todas formas, la existencia de tales regiones sí ha de rechazarse según su teoría del lugar. Dado que el concepto de una región espacial como algo distinto de una parte de la naturaleza sencillamente no figura en las teorizaciones de Cavendish, sugiero que lo mejor que se puede hacer es considerar que los tres tipos de materia ocupan los mismos lugares en toda la naturaleza. Sostengo también que esta visión pasa la prueba que se plantea con el análisis de Cavendish sobre la penetrabilidad de los diferentes tipos de materia, sin adherir explícitamente a la superposición. En definitiva, el trabajo hace tres contribuciones: en primer lugar, establece que Cavendish adopta teorías no geométricas de las partes de la naturaleza y de la división (secciones 2 y 3); en segundo lugar, ofrece una explicación poco abordada y bien fundamentada textualmente del antiatomismo de Cavendish (sección 3); y, por último, sostiene que ha de optarse por una interpretación sorpresiva de la doctrina de la integración total de Cavendish (sección 4).

Observations upon Experimental Philosophy

1 El materialismo tripartito de Cavendish

La característica distintiva del materialismo de Cavendish es su diferenciación entre tres tipos o grados de materia. En esta sección, presentaré esa distinción tripartita y consideraré algunas de sus discusiones del movimiento. No nos centraremos aquí en las características más impactantes de aquellas discusiones (su adopción de la automoción y de la causalidad ocasionalista), sino que nos ocuparemos de la relación entre los diferentes tipos de materia. Al final de este segmento, presentaré su explicación metafórica de cómo ocurre el movimiento, que deja entrever implícitamente que su metafísica podría admitir la existencia de regiones espaciales no integradas.

Cavendish marca una primera distinción entre la materia inanimada y la materia animada. La materia inanimada es aquella que no se puede mover por sí misma, mientras que la materia animada goza de automoción. Luego, distingue entre dos tipos de materia animada, a los que denomina racional y sensible. Esta última distinción estriba en si la materia animada mueve o no a la materia inanimada: si lo hace, es sensible; si no lo hace, es racional. Pero tal como se verá, gran parte de su discusión del movimiento se desarrolla solo en términos de la distinción entre materia animada e inanimada, por lo que dejaré el análisis de los dos tipos de materia animada para el final de esta sección.

Para la época de PL y OEP, Cavendish llega tan lejos como a identificar la materia animada con la automoción (corpórea)4.

[…] La materia animada no era otra cosa que la automoción corpórea; y si podía aprehenderse alguna diferencia, era […] entre estos dos grados, a saber, las partes de la materia animada e inanimada, y no entre la parte animada y la automoción, que no eran sino una cosa, y no podían concebirse como algo diferente. (OEP, p. 35)5

Nótese que aquí Cavendish utiliza “parte” para referirse al tipo de materia animada y al tipo de materia inanimada. Se trata de un sentido de “parte” distinto al que se utiliza en la frase “parte de la naturaleza”, y siempre he de usar la palabra “tipo” para denotar el uso que se la da a “parte” en el pasaje OEP, 356.

Además de identificarse con la automoción, la materia animada es capaz de mover a la materia inanimada. La identificación de la materia animada con la automoción podría sugerir, entonces, la noción de que la materia animada no es sino un modo de la materia inanimada, a saber, su movimiento. Pero para Cavendish es relevante que la materia animada, es decir, la automoción corpórea, no sea considerada un modo. Tras atribuirle a Descartes la opinión de que el movimiento es un modo, ella escribe:

[…] Según mi opinión, no es posible abstraer el movimiento del cuerpo, ni en la realidad, ni en sentido conceptual, puesto que, ¿cómo puedo concebir aquello que no existe ni puede existir en la naturaleza, o sea, concebir el movimiento sin cuerpo? Por cuanto el movimiento no es sino una sola cosa con el cuerpo, sin separación o abstracción alguna. (PL, 1.XXX, p. 97)

Si bien aquí Cavendish se basa en la imposibilidad de concebir el movimiento sin el cuerpo, no afirma lo inverso7. En otras palabras, no dice que no se pueda concebir el cuerpo sin movimiento. En GNP incluso distingue explícitamente el movimiento de la figura y el lugar, con base en que el cuerpo puede existir sin movimiento, pero no sin figura o lugar8. A veces describe cómo sería un mundo de materia carente de movimiento9, pero todo aquello sirve apenas para demostrar que Cavendish identifica el movimiento con un tipo de materia (la materia animada) y no con el cuerpo como tal.

Sin embargo, el hecho de que el movimiento esté necesariamente acompañado por el cuerpo no demuestra que ha de identificarse con este. Para dar ese paso, Cavendish sostiene que la única forma de poder entender la transmisión del movimiento es identificarlo con (un tipo de) la materia. Niega una y otra vez que sea posible concebir la transmisión del movimiento de un cuerpo a otro cuerpo si aquel fuera un modo.

En tanto que, ¿cómo puede el movimiento, sin ser una sustancia, sino solo un modo, abandonar un cuerpo y pasar a otro cuerpo? (PL, 1.XXX, p. 98)

Pues no, si fuera posible (que no lo es) transferir el movimiento sin materia […], entonces existiría una creación y aniquilación perpetua e infinita de movimiento sin sustancia; y cómo es que podría existir la creación y la aniquilación de la nada, mi razón no lo puede concebir, como tampoco es posible, a menos que la naturaleza tuviera más poder que Dios, crear la nada y aniquilar la nada. La verdad es que es más probable, para el sentido común y la razón, creer en una creación de algo a partir de la nada que en una creación de la nada a partir de la nada. (PL, 4.VI, p. 447)

En estos pasajes, Cavendish rechaza la noción de la transferencia de modos en general. Más adelante, sostiene que la transferencia del movimiento, por ende, solo puede ocurrir a través de la transferencia de la materia misma, con la que ha de identificarse el movimiento10.

[…] Mi opinión es que, si el movimiento pasa de un cuerpo a otro, entonces también lo hace la sustancia; en tanto que el movimiento y la sustancia o el cuerpo, como ya se mencionó, no son sino una cosa. En verdad, señora, que ni el movimiento ni la figura subsistan por sí mismos, y aun así puedan transferirse a otros cuerpos, es muy extraño, e igualmente extraño sería probar que no son nada, y aun así decir que son algo. (PL, 1.XXX, p. 98)11

Es decir, los cuerpos pueden tomar el movimiento de otros cuerpos, pero solo si crecen al incorporar su materia, o sea, los cuerpos mismos.

Entonces, lo que fundamenta su explicación del movimiento como un tipo de cuerpo o cosa material es la combinación de las consideraciones sobre la necesidad de que el cuerpo acompañe al movimiento y el rechazo a la explicación supuestamente cartesiana del movimiento como un modo transferible. En el contexto de este trabajo, es adecuado que aquello en lo que Cavendish se base para dilucidar su metafísica sea una crítica de lo que es, según ella afirma explícitamente, la explicación de la transferencia de movimiento en Descartes12. Es adecuado porque más adelante sostendré que su principal argumento contra el atomismo difiere en forma significativa (y de maneras que todavía no se aprecian en su totalidad) del argumento contra el atomismo cuyo exponente más famoso es Descartes. Para poder vincular estas cuestiones previas con una de las características más impresionantes de su metafísica, que apenas he mencionado, nótese que su negación de que el movimiento pueda ser un modo transferible entre cuerpos es la base no solo de sus distinciones entre los tipos de materia, sino también de su explicación ocasionalista de la causalidad. Ella considera que el movimiento no puede transferirse entre cuerpos sin transferencia de materia. También sabe que no existen en verdad transferencias de materia que puedan explicar todas las transferencias de movimiento aparentes que observamos en el mundo. Por lo tanto, concluye que el movimiento de una parte de la naturaleza automóvil tiene que ser una mera ocasión para el movimiento de otra parte de la naturaleza automóvil13.

René Descartes
René Descartes

Para completar la exposición del materialismo tripartito de Cavendish, debemos tratar ahora su distinción entre dos tipos de materia animada, a los que denomina materia (animada) sensible y materia (animada) racional. Dado que ambos tipos de materia animada deben identificarse con el (auto)movimiento, no resulta sorprendente que a veces Cavendish afirme que la materia sensible y la materia racional sean “grados de movimiento” diferentes.

Los primeros [es decir, quienes sostienen la opinión oficial de Cavendish] respondieron que, sin lugar a dudas, existían distintos grados de movimiento; porque las partes racionales eran más ágiles, raudas y sutiles en sus acciones corporales que las sensibles, por cuanto se componían de un grado más puro y refinado de materia, y se hallaban exentas del trabajo sobre las partes inanimadas. (OEP, p. 33)14]

Además de las cualidades refinadas aquí atribuidas a la materia racional, el pasaje también alude a las funciones que Cavendish le asigna a la materia racional y a la materia sensible. Tanto la materia racional como la sensible, siendo tipos de materia animada, son automóviles, mientras que en general se dice que la materia inanimada es movida por la materia animada. Pero es la materia sensible en particular la que recibe la función de mover, “trabajar sobre”, la materia inanimada. La materia racional, por el contrario, se limita a dirigir los procesos. El siguiente pasaje de GNP deja en claro que la función de trabajo de la materia sensible es su característica distintiva:

Solo pueden existir dos tipos de partes automóviles; aquel tipo que se mueve por completo sin cargas y aquel tipo que se mueve con las cargas de aquellas partes que no son automóviles. (GNP, 1.III, p.3)

Entonces, es la materia sensible la que mueve la materia inanimada. Pero dado que el movimiento no se puede transferir entre cuerpos, resulta difícil saber cómo podría afectar en algo la materia sensible a la materia inanimada.

Cavendish ofrece una explicación metafórica de esta parte de su teoría.

Primero, ellos [es decir, los oponentes imaginarios de la teoría oficial de Cavendish] preguntaron: ¿cómo es posible mover aquella parte de materia que no posee automoción innata? Porque, decían, si se mueve, debe moverse en virtud de su propio movimiento, o por el movimiento de la parte de materia animada: no puede moverse en virtud de su propio movimiento, porque carece de él: pero si es movida por el movimiento de la animada, entonces es necesario que esta le transfiera el movimiento; así, siendo incapaz de moverse por un movimiento innato, puede ser movida por un movimiento comunicado.

Los primeros [es decir, quienes adoptan la teoría oficial de Cavendish] respondieron que ya habían resuelto esta cuestión con anterioridad, con el ejemplo de un caballo y un hombre, en el que el hombre era movido y llevado por el caballo, sin ninguna comunicación o traspaso de movimiento del caballo al hombre: también un palo, dijeron, que un hombre porta en la mano, se mueve junto con el hombre, sin recibir ningún movimiento de su mano. (OEP, pp. 26-27)

Entiendo que la idea de estas explicaciones metafóricas es que ni el caballo ni la mano comienzan con una cantidad de movimiento que se pierde a través de una transferencia de movimiento al jinete o al palo. Consideremos cómo rechaza Cavendish la transferencia de movimiento según una concepción modal: ella no cree “que un cuerpo pueda darle o transferirle movimiento a otro cuerpo; y que pierda tanto movimiento como aquel que le da o le transfiere a ese cuerpo” (PL, 1.XXX, pp. 97-98). Entonces, es plausible que prefiera estos ejemplos, en contraste con los ejemplos que se basan, por caso, en la colisión de bolas de billar, porque el caballo carga con el jinete al comenzar a moverse, al igual que la mano imaginaria con el palo. No existe un movimiento inicial, en tanto que no hay una colisión que detenga al caballo o a la mano. Así, Cavendish puede sostener que no existe transferencia de movimiento entre las partes de la naturaleza (ninguna parte de la naturaleza cede, y pierde, su cantidad de movimiento preexistente a otra parte de la naturaleza) en estos ejemplos. Pero hay otra razón por la que no se produce una transferencia de movimiento entre las partes de la naturaleza cuando la materia sensible mueve a la materia inanimada: como las partes de la naturaleza deben estar completamente integradas, la materia sensible y la materia inanimada que mueve son componentes de una parte de la naturaleza individual15. Para poder aclarar mejor esta idea, debemos acudir a la doctrina de la integración total.

Eileen O'Neill
Eileen O’Neill

2 Cavendish sobre las partes de la naturaleza: la doctrina de la integración total

Según la doctrina de la integración total de Cavendish, todas las partes de la naturaleza se componen de una mezcla de tres tipos de materia. En esta sección, trataré esa doctrina con miras a comprender la individuación de las partes de la naturaleza según la filósofa. Me concentraré en especial en la cuestión de si la materia ha de considerarse una parte de la naturaleza en virtud de ocupar una región espacial arbitraria. Sostendré que esta consideración como tal es errónea, al demostrar que las partes de la naturaleza se individúan como efectos de los movimientos naturales. Este estándar de individuación garantiza que tanto la materia sensible como la materia inanimada que mueve sean componentes de la misma parte de la naturaleza. También garantiza que la doctrina de la integración total no sea, de por sí, incompatible con la existencia de regiones espaciales no integradas.

Cavendish suele describir esta doctrina en relación con la materia animada e inanimada en general.

[…] No puede existir una parte o partícula de este cuerpo compuesto de la naturaleza, llámese átomo, que pueda decirse inanimada, por cuanto ninguna carece de un componente animado, así como de materia inanimada, y la conmixtión de estos grados es tan estrecha que es imposible poder hallar el uno sin el otro. (OEP, p. 16)

[…] Estos grados o partes de materia se hallaban tan estrechamente entremezclados en el cuerpo de la naturaleza que no podían separarse el uno del otro, sino que constituían un solo cuerpo, no solo en general, sino también en cada particular; de suerte que ni la más mínima parte (por mínima que fuera), ni aquello que algunos llaman un átomo, consistía en algo distinto que esta conmixtión; pues donde fuera que existiera materia inanimada, también existía materia animada. (OEP, pp. 34-35)

[…] Existe tal conmixtión de materia animada e inanimada que es imposible imaginar o concebir alguna partícula en la naturaleza que no se componga de materia animada, así como inanimada. (OEP, p. 158)

No existe tal cosa como un cuerpo simple en la naturaleza; puesto que si la naturaleza misma consiste en una conmixtión de materia animada e inanimada, ninguna parte puede decirse simple, en tanto que se compone de las mismas partes. (OEP, p. 271)16

Pero la doctrina también se aplica más específicamente a la materia racional y sensible, los dos subtipos de materia animada que identifica Cavendish.

[…] La naturaleza es un compuesto infinito de materia racional, sensible e inanimada, que no constituyen sino un solo cuerpo, a causa de su conjunción y conmixtión estrecha e inseparable; aun así, son múltiples partes (puesto que una parte no es otra parte) y, por lo tanto, toda parte o partícula de la naturaleza, por consistir en la misma conmixtión, no puede ser individual o indivisible. (OEP, p. 127)17

Según O’Neill (2001), la doctrina de la integración total da lugar directamente a la cuestión interpretativa que me ocupa aquí. Tras citar la afirmación de Cavendish de que “es imposible imaginar o concebir alguna partícula en la naturaleza que no se componga de materia animada, así como inanimada”, O’Neill asevera de inmediato que “la mezcla de naturaleza animada e inanimada no es una mera yuxtaposición o contacto superficial” (xxv)18. Luego, justifica esta idea a través de una reductio ad absurdum. Si la doctrina de la integración total permitiera una “yuxtaposición o contacto superficial”, es decir, si permitiera a la materia animada e inanimada ocupar áreas con extensión y espacialmente distintas, entonces sería posible tomar una región de una de las áreas que solo contuviera materia animada o inanimada. Pero entonces esas regiones espaciales no integradas contendrían una partícula de la naturaleza no mezclada, o sea, una partícula de la naturaleza que solo contuviera materia animada o inanimada, en franca contradicción de lo que afirma Cavendish.

La reductio de O’Neill se basa en un presupuesto sobre las partículas de la naturaleza que no argumenta en ninguna parte; esto es, presupone que la materia que se halla en cualquier región de espacio se compone de una partícula de la naturaleza. Llamémoslo el presupuesto determinante de la reductio. Si se rechaza el presupuesto determinante, entonces una reconstrucción de la doctrina de la integración total de Cavendish podría admitir que la mezcla de lo animado y lo inanimado en la naturaleza fuera una mera yuxtaposición de regiones de materia racional, sensible e inanimada no integrada. Las partículas en sí deberían estar integradas, por supuesto, pero eso no significa que las regiones de espacio arbitrarias también deban estarlo. (En la sección 4, afirmaré en última instancia que no existen las regiones espaciales no integradas, pero por razones muy diferentes de las que se consideran aquí.)

Una de las aserciones principales de este artículo es que las teorías de las partes de la naturaleza y la división en Cavendish, bien entendidas, no dan lugar al presupuesto determinante de la reductio de O’Neill. Si dicha aserción es verdadera, entonces sería necesario revisar la explicación que da O’Neill de la doctrina de la integración total. Para fundamentar esta idea, prestaremos mucha atención a los comentarios de Cavendish sobre las partes de la naturaleza y la división. Pero debemos admitir que el panorama se hace confuso porque Cavendish misma aparenta ser ambigua. A veces parece usar “divisible” y otras palabras relacionadas en lo que podríamos denominar el sentido geométrico cartesiano de tener extensión y entonces estar, al menos en principio, sujeto a la separación19. Pero más a menudo habla de “división” como un tipo particular de movimiento, al que suele vincular con la “composición”, y que puede pensarse, otra vez en términos cartesianos, como un cambio de lugar externo20. Un sentido asociado de “dividable” [“dividible”] (o “divideable”, o, como en algunos casos en GNP, “divisible”), que se empareja con “composable” [“componible”] (o “composeable”, o, en GNP, “compundable”), se refiere en realidad (no solo conceptualmente) a estar sujeto a estos movimientos de división (y composición)21. También utiliza “parte” en varios sentidos, aunque podremos llegar a entender su teoría si nos centramos en un uso particular de “parte” que se pone de relieve en su discusión de las “partes naturales” o “partes de la naturaleza”. (La expresión que prefiero es “partes de la naturaleza”, porque esa es la frase que utiliza Cavendish en sus argumentos contra el atomismo, de los que nos ocuparemos principalmente en la próxima sección.)

Nuestro objetivo inmediato es aclarar la afirmación de Cavendish sobre las partículas de la naturaleza en OEP, p. 158, el pasaje en el que O’Neill basa su caracterización de la doctrina de la integración total. Aunque Cavendish no elabora una teoría de las partículas de la naturaleza, sí tiene una teoría de las partes de la naturaleza. Si podemos confiar en la presunción plausible de que “partícula” solo es una expresión que se refiere a las partes pequeñas, entonces aclarar la teoría de las partes de la naturaleza nos permitirá evaluar el presupuesto determinante de O’Neill22. Según su teoría de las partes de la naturaleza, parte de la naturaleza es ante todo una noción causal. Al decir que se trata de una noción causal, mi idea es distinguirla de una noción de parte que es puramente geométrica. La noción geométrica de parte es el principio que rige la explicación de O’Neill sobre la doctrina de la integración total: recordemos que el presupuesto determinante es que la materia que se halla en cualquier región de espacio constituye una partícula de la naturaleza.

Según creo, las partes de la naturaleza son para Cavendish efectos de su automoción. Sus propias caracterizaciones positivas y explícitas de esta noción causal de parte de la naturaleza ocurren en pasajes que describen su doctrina de la integración total.

Cuando digo que ninguna criatura de la naturaleza puede estimarse prima o principal, me refiero a los efectos naturales, es decir, a las criaturas o partes compuestas naturales: por ejemplo, todas aquellas criaturas particulares y finitas que se componen de vida, alma y cuerpo, o sea, de las partes de materia animadas, racionales y sensibles, e inanimadas. (OEP, p. 205)

Aquellas figuras que se componen de las partes de materia animadas e inanimadas antedichas […] no son más que efectos. (OEP, p. 206)

Grounds of Natural Philosophy - Margaret Cavendish

En ambos pasajes, Cavendish describe las partes de la naturaleza totalmente integradas (“criaturas o partes compuestas naturales” y “figuras”) como efectos23. El contexto del segundo pasaje sugiere que la causa de estos efectos es la materia automóvil, y Cavendish aporta abundantes confirmaciones independientes de esta inferencia contextual en otras partes.

Siendo material, la naturaleza es componible y divisible; esta es la causa de tantísimas criaturas, donde cada criatura es una parte de la naturaleza. La naturaleza es una sustancia automóvil, y a través de la automoción se divide y se compone de distintas maneras en diversas formas y figuras (PL, 2.IV, p. 144).

La verdad es que no existe nada primario ni principal entre los efectos de la naturaleza, sino solo la causa a partir de la que se producen, que es la materia automóvil. (OEP, p. 234)24

Ella contrasta el estatus causado de estas partes de la naturaleza con cuerpos “que no están unidos sino por un mero ‘posicionamiento contiguo’” (OEP, p. 231)25. El fundamento de la unidad de tales partes de la naturaleza, entonces, no es la contigüidad, sino su formación a través de la automoción. Esto no desestima directamente que las partes de la naturaleza se compongan de regiones espaciales no integradas yuxtapuestas. Tan solo exige que el componente material inanimado de una parte de la naturaleza sea movido hacia su lugar, cualquiera sea, por el componente material sensible de esa misma parte. Llamemos a esta teoría de las partes de la naturaleza, en la que se individúan de esta manera según sus historias causales, la concepción causal de las partes de la naturaleza.

La concepción causal de las partes de la naturaleza es una teoría metafísica, una teoría que identifica las partes de la naturaleza con los efectos del movimiento26.

Cuando hablo de las partes de la naturaleza […] concibo a la naturaleza como un cuerpo, masa o magnitud infinita, que por su propia automoción se divide en partes infinitas; no partes individuales o indivisibles, sino partes de un cuerpo continuo, solo discernibles la una de la otra según sus propias figuras, causadas por los cambios de movimiento particulares. Todos los movimientos que ocurren en la naturaleza se encuentran dentro de ella misma; y siendo diversos e infinitos en sus cambios, dividen la sustancia o el cuerpo de la naturaleza en partes infinitas; en tanto que las partes de la naturaleza, y los cambios de movimiento, no son sino una cosa. (OEP, pp. 125-126)

Esta concepción metafísica de las partes como efectos es lo que explica que trace una analogía, por lo demás muy misteriosa, entre la relación todo-parte y la relación causa-efecto.

No hay más diferencia entre el autoconocimiento y los conocimientos particulares, que entre la automoción y las autoacciones particulares; o entre un todo y sus partes; una causa y sus efectos: por cuanto el autoconocimiento es el fundamento y el principio de todo conocimiento particular, así como la automoción es el fundamento y el principio de todas las acciones particulares, los cambios y las variaciones en las figuras naturales. (OEP, p. 138)

Según la opinión de Cavendish, la materia automóvil, esto es, la totalidad de la naturaleza, es la causa de las partes de la naturaleza, es decir, los efectos de la propia redistribución de la materia automóvil.

La concepción causal de las partes de la naturaleza puede ayudar a aclarar nuestra lectura del pasaje de OEP, 158 en el que se basa O’Neill. Cuando Cavendish dice, en ese pasaje, que “existe tal conmixtión de materia animada e inanimada que es imposible imaginar o concebir alguna partícula en la naturaleza que no se componga de materia animada, así como inanimada”, debemos entender, en primer lugar, que ella hace una afirmación sobre cómo pueden ser las partes de la naturaleza, más que sobre cómo pueden ser las regiones de espacio. Las partes de la naturaleza son efectos de la materia automóvil. Siendo así, y dado que la materia automóvil misma se compone de materia animada y materia inanimada, no es de sorprender que los efectos resultantes sean también compuestos. De hecho, el propio pasaje de OEP, 128 aparece en el contexto de una explicación sobre cómo puede mover la materia animada a la materia inanimada. Solo en ese contexto afirma Cavendish la imposibilidad de concebir lo que podríamos denominar partículas de la naturaleza no integradas27. Pero esto no garantiza el presupuesto determinante de la reductio de O’Neill. Por el contrario, las subregiones arbitrarias de las partes de la naturaleza solo contarían como partes o partículas de la naturaleza si fueran en sí efectos de la materia automóvil. Establecer que sí lo son es una condición adicional que se debe cumplir para llegar a la conclusión de O’Neill de que la integración total no se trata de una “yuxtaposición o contacto superficial” (xv).

Satisfacer esa condición requiere explicar la individuación de los efectos de la materia automóvil. Dado que Cavendish considera que la doctrina de la integración total se aplica al mundo real, los efectos reales de la materia automóvil deben contener materia tanto animada como inanimada. Pero la analogía del jinete a la que apela Cavendish para explicar cómo mueve la materia animada a la materia inanimada parece ir en contra de la afirmación de que las subregiones arbitrarias de las partes de la naturaleza contienen materia animada e inanimada. Un caballo (que representa a la materia animada) y su jinete (que representa a la materia inanimada) ocupan regiones espacialmente distintas yuxtapuestas que mantienen un contacto superficial. Es obvio que existen subregiones de la suma mereológica del caballo y el jinete que están contenidas por completo en el jinete, así como en el caballo. De todas formas, la disposición espacial que representan el caballo y el jinete es consistente con la doctrina de la integración total si (pero solo sí) el caballo y el jinete representan juntos un solo efecto de la materia automóvil.

Además, el caballo y el jinete sí representan un solo efecto de la materia automóvil. Recordemos que el caballo representa la materia animada, y el jinete, la inanimada. Solo si se los considera una unidad pueden representar un efecto de la materia automóvil que satisfaga la doctrina de la integración total. Es por eso que pude negar, al final de la sección 1, que el movimiento del jinete gracias al caballo contara como una transferencia de movimiento entre dos partes de la naturaleza distintas. Pero, más importante aún, tomar en serio la analogía como una representación de la disposición espacial de los diferentes tipos de materia dentro de una sola parte o efecto de la naturaleza nos ayuda a ver por qué puede fallar el presupuesto determinante del argumento de O’Neill. Teniendo en cuenta todo lo expuesto hasta ahora, la doctrina de la integración total es consistente con la existencia de regiones espaciales no integradas.

Pero los partidarios de la explicación de O’Neill tienen la posibilidad de sostener que la analogía es insuficiente en lo relativo a la disposición espacial de los distintos tipos de materia. Esa estrategia sería en especial plausible si el argumento de Cavendish contra el atomismo exigiera que las partes de la naturaleza fueran infinitamente divisibles en partes de la naturaleza más pequeñas. La sección siguiente se dedica a afirmar que el argumento de Cavendish contra el atomismo no exige tal cosa.

Margaret Cavendish

NOTAS

[1] Para referirme a las obras publicadas de Cavendish, utilizo las siguientes siglas:

PF: Poems and Fancies [Poemas y fantasías] (1653)

PPO: Philosophical and Physical Opinions [Opiniones filosóficas y físicas] (1655; segunda edición, 1663)

PL: Philosophical Letters [Cartas filosóficas] (1664)

OEP: Observations upon Experimental Philosophy [Observaciones sobre la filosofía experimental] (1666; segunda edición, 1668)

TBW: The Description of a New World, Called The Blazing World [La descripción de un nuevo mundo, llamado El mundo resplandeciente] (1666; segunda edición, 1668)

GNP: Grounds of Natural Philosophy [Fundamentos de la filosofía de la naturaleza] (1668)

CLP: A Collection of Letters and Poems: Written by several Persons of Honour and Learning, Upon divers Important Subjects, to the Late Duke and Dutchess of New Castle [Colección de cartas y poemas: escritos por varias personas honorables y educadas, sobre diversos temas importantes, para los difuntos Duque y Duquesa de New Castle] (1678)

Para OEP, recurro a Cavendish (2001), excepto cuando cito explícitamente la primera edición de 1666. Para TBW, recurro a Cavendish (2003). La grafía en las citas aparece modernizada sin aclaración.

[2] Los dos principales pasajes antiatomistas en Cavendish son “A Condemning Treatise of Atoms” [“Un tratado condenatorio de los átomos”] en el prefacio a PPO y OEP, I.31, pp. 125-131. Ver Detlefsen (2006), sec. 2 y Marshall (2014), sec. 2a para la interpretación de Cavendish como adherente al argumento popular. Pero cf. Kargon (1966), pp. 73-76, quien sostiene que Cavendish es atomista, basado en su texto atomista temprano, PF; Clucas (1994), quien cree que Cavendish solo rechaza un tipo particular de atomismo; y Stevenson (1996), quien considera que Cavendish debe permanecer como atomista, a pesar de lo que ella misma dice, a causa de otras adhesiones supuestamente más férreas. La posición que se llega a proponer en este trabajo tal vez se acerca más a la de Clucas (1994).

[3] Le agradezco a un revisor anónimo de Synthese por alentarme a explicitar este paso. No está claro qué han de considerar los estudiosos de Cavendish al respecto, dado que en general no distinguen entre la materia que ocupa una región espacial, por un lado, y una parte de la naturaleza, por otro lado. Ver, por ejemplo, las discusiones sobre la divisibilidad infinita y la doctrina de la integración total en Detlefsen (2006), p. 228, y Detlefsen (2007), p. 169.

[4]  En la edición de 1655 de PPO, por el contrario, el movimiento se considera un efecto inseparable de ciertos tipos de materia: ver, por ejemplo, el cap. 41, 18, y los cap. 61-62, 30. La edición de 1666 de OEP contradice explícitamente la posición expresada en PPO:

Cada vez que en mis Opiniones filosóficas [es decir, PPO] menciono la materia animada y el movimiento, o bien los movimientos de la materia animada, no considero que sean dos cosas diferentes, sino una misma cosa; y es por eso que, tanto en mis Cartas filosóficas como en estas Observaciones, utilizo, en lugar de aquella expresión, la frase movimiento figurativo corpóreo; en tanto que la automoción y la materia animada son una misma cosa.

Además, cuando [en PPO] llamo a la parte animada de la materia la causa del movimiento, no quiero decir que, consideradas en general, sean dos cosas distintas, tal como suele decirse de una causa y un efecto; en tanto que, como mencioné, la materia automóvil y la automoción corpórea son equivalentes y significan lo mismo. (“An Explanation of Some obscure and doubtful passages occurring in the Philosophical Works, hitherto published by the Authoresse” [“Explicación de algunos pasajes confusos y dudosos en las obras filosóficas antes publicadas por la autora”], p. 46).

[5] Además del pasaje aquí citado, la identificación se da con bastante claridad en ibid., 26, pp. 165, 205206, 207, y 211, así como en PL, “A Preface to the Reader”; 1.XXX, p. 99; 4.II, p. 420; 4.VI, p. 447; y 4.XXXIII, p. 533.

[6] En este pasaje se expresa otra decisión terminológica importante y más reveladora: a causa de la potencial confusión, Cavendish abandona el uso previo de PPO, donde los tipos de materia asociados con el movimiento se denominaban, entre otras formas, “espíritus”. Ver OEP, pp. 205-206 para conocer sus rechazos explícitos al inmaterialismo sobre el movimiento.

[7] Hace falta una interpretación muy sutil para conciliar esta afirmación con la doctrina de la integración total, tal como se expresa en los pasajes de OEP, págs. 16 y 158, citados más adelante en la sección 2, pero desarrollar semejante esfuerzo interpretativo nos alejaría demasiado de lo que nos proponemos exponer aquí.

[8] Compárese el final de GNP, 1.I con la introducción de 1.II.

[9] Ver, por ejemplo, PPO, Cap. 61,30.

[10] Aunque por el momento no mencionaré nada al respecto de si lo único que se debe transmitir es la materia animada, o bien partes de la naturaleza compuestas por los tres tipos de materia, Cavendish parece admitir, en su respuesta a la pregunta 22 de OEP, I.37, que solo la materia animada podría pasar de una parte de la naturaleza a otra.

[11] Ver también OEP, p.25.

[12] Pero cf. Hatfield (1979) para una discusión de la verdadera teoría de Descartes sobre la transferencia de movimiento.

[13]  Para más información sobre la causalidad ocasionalista de Cavendish, ver James (1999), pp. 231-239; O’Neill (2001), pp. xxix-xxxv; y Detlefsen (2007), sección 3 y (2009), sección 2.

[14] Ver también GNP, 1.V, pp. 4-6 y 1.XV, pp. 13-15.

[15] Aunque dar una explicación completa y satisfactoria del movimiento de la materia inanimada según Cavendish está más allá del alcance de este trabajo, cabe destacar que ella afirma que la materia animada “fuerza o causa” (PL, 1.XXX, pp. 99) el movimiento de la materia inanimada, y también que la materia animada “solo puede ocasionar” (OEP, p. 27) el movimiento de la materia inanimada. Además, en ambas obras citadas ella dice explícitamente que estas nociones de forzar, causar u ocasionar no se consideran una comunicación de movimiento. Mi propuesta es que las dos razones dadas en el texto principal revelan los pensamientos esenciales que justifican la idea de que es posible sostener ambas afirmaciones de manera consistente. (Una posibilidad alternativa, que no tengo lugar para explorar aquí, es que la materia inanimada carezca de motivos para moverse por sí misma, aunque pueda ser inspirada a hacerlo por la materia animada. Uno de los problemas más difíciles para esta interpretación alternativa es que exige atribuirle a Cavendish una concepción equívoca de la “automoción” para la que, hasta donde sé, no existe evidencia textual independiente.) Le agradezco a un revisor anónimo de Synthese por alentarme a explicar un poco más aquí.

[16] Vale aclarar que la palabra “partes” al final de este fragmento se refiere a los tipos de materia.

[17] Ver también OEP, p. 99, 157, y 207. Nótese que las primeras tres menciones de la palabra “parte(s)” en el pasaje citado se refieren a tipos de materia, pero “parte o partícula de la naturaleza” no.

[18] Este argumento se repite idéntico en O’Neill (2013), 315.

[19] El mejor ejemplo en el que Cavendish parece usar “divisible” con este sentido figura en OEP, p. 125, donde dice que “todo aquello que tiene cuerpo, o es material, tiene cantidad, y aquello que tiene cantidad es divisible”. Nótese también su uso de “individible” en el pasaje de PL, 4.IX, p. 455, citado más adelante. Si bien estos son los mejores ejemplos de este uso, me inclino un tanto por considerar que Cavendish es deliberadamente ambigua en el pasaje de OEP como un guiño al lector, un punto al que regresaré luego en la discusión del “argumento logicomatemático”. (En la edición de 1666 de OEP se lee “dividible” [sic] en lugar de “divisible”, como expresa el texto de 1668, y solo utiliza “divisible” en ecos de materiales citados en la tercera sección del libro, donde Cavendish hace comentarios sobre el pensamiento de filósofos antiguos y donde se presume que la intención es apelar al sentido geométrico. El GNP de 1668, además, parece usar “dividible” y “divisible” de manera indistinta, siempre con el segundo sentido que ahora mencionaré. Por lo tanto, considero que no existe ninguna diferencia filosófica relevante entre los significados de “dividible” y “divisible” en su uso de 1666.)

[20] Cavendish utiliza “división” en este sentido en todos los casos que aparecen en las siguientes citas. Para la noción cartesiana de lugar externo, ver Descartes, Principios de filosofía, II.13-15.

[21] Ver, por ejemplo, el pasaje de PL, 2.IV, p. 144 citado más adelante, junto con GNP, 1.IV, p. 4.

[22] El uso que hace Cavendish de “partícula”, por lo menos en PL, OEP y GNP, apunta a entender aquella palabra de esta manera. Por ejemplo, los tres primeros casos en los que se usa “partícula” en PL se dan en la frase “partículas pequeñas”; en las construcciones “parte y partícula” o “parte o partícula” se presentan cuatro casos; y los demás figuran en citas o ecos de otros autores, con la sola excepción de la frase “toda partícula de toda criatura”, que aparece en PL, 2.XXX, p. 223. Además, tal como me indicó Stewart Duncan (p.c.), en GNP “partícula” solo aparece en las frases “parte y partícula” y “parte o partícula”. El uso de “partícula(s)” en OEP es un tanto más variado, pero la presunción sigue siendo plausible. De alrededor de 55 casos en los que se usa, 19 figuran en las frases “parte y partícula” o “parte o partícula”, y otras 15 se hallan en contextos donde se alude a la pequeñez de las partículas en forma bastante explícita.

[23] Cf. la descripción de cómo se forma la materia en partes como “el efecto genuino del movimiento diversamente determinado” —aunque no de las partes individuales como efectos— en Boyle (1991), p. 20.

[24] Ver también OEP, pp. 126, 138, 157 y 165.

[25] De una nota al pie que O’Neill añade a esta oración se desprende con claridad que, según ella, este pasaje apoya su interpretación de la doctrina de la integración total (ibid., p. 231, nota 146). Pero espero que pronto quede clara mi interpretación alternativa.

[26] Detlefsen (2006), pp. 213-214, también da una explicación similar sobre la individuación de los “individuos finitos” en Cavendish. Considero que aquí la teoría de Cavendish guarda gran semejanza con las teorías modales de individuación spinoziana y cartesiana: ver la discusión de Ética 1p15s en Bennett (1996), sección 6, y la explicación que ofrece Francks (2003), capítulo 2, de la teoría de la individuación en un espacio lleno de Descartes. Pero como Cavendish rechaza los modos, aquí nos topamos con más enigmas interpretativos. El provechoso análisis de la individuación de los objetos cotidianos en Cavendish que aporta Lascano (2015), sección 2.7, incluye una comparación con Hobbes, y yo mismo me refiero a estas cuestiones en un trabajo en proceso, que se centra en las diferentes nociones de sustancia implícitas en la metafísica de Cavendish.

[27] A nivel más general, la literatura no aprecia lo que considero que es la clara contingencia de la doctrina de la integración total. Consideremos la aseveración más osada de Cavendish sobre la supuesta necesidad de la doctrina de la integración total:

Este “triunvirato” de los grados de la materia es tan necesario como principio constituyente de todos los efectos naturales que la naturaleza no podría existir sin él; es decir, considerando a la naturaleza no como pudo haber sido, sino como es (OEP, p. 158).

A pesar de hacer alusión a la “necesidad” en este pasaje, Cavendish limita de inmediato la aplicación de aquello que afirma al mundo real. Y a pesar de los pasajes harto citados en los que Cavendish habla sobre lo inconcebible, la contingencia de la doctrina de la integración total es lo que explica su predisposición, ya mencionada en la sección 1, a describir mundos compuestos solo por materia inanimada. También describe a veces cómo sería un mundo compuesto únicamente por automoción corpórea, como en OEP, pp. 35-36 y pp. 157-158. En GNP, su consideración explícita de la posibilidad de que existieran mundos compuestos solo por algún tipo de materia concluye con la afirmación de que los tipos de materia “no se dividirían el uno del otro, si pudieran” (apéndice 2.I). Esto deja abierta la posibilidad de mundos en los que los tipos de materia no estén completamente integrados porque no lo estuvieron desde la eternidad, y por ende jamás debieron dividirse para poder existir por separado.

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